Cuando nuestros niños comienzan su camino de oración, paulatinamente van descubriendo la presencia de Dios que habita en su interior. Se inicia un diálogo que con el tiempo se transformará en amistad e incluso en trato íntimo de amor. En ese itinerario, los niños aprenden destrezas para el silencio, la interioridad y la escucha en el dominio del propio cuerpo y espíritu para así recoger en el cuenco de su corazón el agua viva de la compasión divina para luego derramarla en su vivir de cada día.
La Virgen María, también desde su más tierna infancia, fue educada por Joaquín y Ana, sus padres, en la escucha de la Palabra de Dios y en una relación viva con Él. Día a día, el Espíritu fue preparando su cuerpo y su espíritu con un tacto tan exquisito que atrajo sobre Ella la mirada del Padre.
San José de Calasanz, en las diferentes circunstancias de su vida fue adquiriendo esa sabiduría de Dios que va disponiendo el propio ser para buscar y encontrar el mejor modo de servirle.
También nosotros, amigos de Dios, hemos recorrido nuestro particular camino de oración. Son muy diversas las encrucijadas, los repechos que han purificado nuestras motivaciones… La LUZ y la FUERZA del Espíritu nos ha sostenido en la búsqueda del rostro de Dios y su voluntad.
Jesús viene ahora. Quiere visitarnos. Él espera que nos desprendamos de nuestras ocupaciones y tareas. Guardamos silencio. Él quiere hablarnos, dejar en nuestro corazón su espíritu, su bondad, su abandono a la Voluntad del Padre.
Ven, Señor Jesús… Ven Señor Jesús…
Envíanos tu Espíritu… Llénanos de tu amor
CANTO: Hágase, hágase, hágase, hágase en mí tu Palabra.
María en su camino de vida, guiada por el Espíritu de Dios, fue despojándose de sí misma para ofrecer al Padre una digna morada para su Hijo. ¡Alégrate, el Señor está contigo! es el anuncio que llegó a sus oídos. Así, Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, y desde entonces viene a nuestro mundo, a nuestra historia, a nuestras gentes, a nuestros pequeños, a nuestros encuentros para hacer de cada familia, de cada escuela, de cada comunidad un hogar donde sentirnos hijos de Dios y hermanos de nuestros prójimos más empobrecidos.
San José de Calasanz, mucho tiempo después, también se encontró con un hermoso mensaje de Dios: en muchos niños “de corrompidas costumbres”, escuchó la voz de Dios, que le llamaba a ofrecerles la buena educación mediante las letras y el Espíritu. Y como María, dijo su particular Hágase: “He encontrado mejor modo de servir a Dios, haciendo el bien a los pequeños, y no lo dejaré por nada de este mundo”
Cada persona ha sido creada por Dios como fruto de su amor infinito. Si mi alma busca y encarna la voluntad del Padre, incluso entre dificultades, encuentra su genuina identidad, la propia verdad que a la luz de Dios me permite unirme al amor de Jesús en el consentimiento por conformarme a la voluntad del Padre. En la comunión con el Padre, alcanzo mi plenitud y felicidad.
MUSICA INSTRUMENTAL
El icono de María en la Anunciación o una representación de san José de Calasanz entre niños puede ayudar hoy a nuestra oración. Guardamos silencio. Miro, me fijo en los detalles: rostros, formas, colores, gestos, actitudes, miradas… Guardo silencio. También dejo que la imagen me hable, me sugiera por dentro. Cuando surjan mis sentimientos más íntimos, les doy la palabra, los hago contenido de mi oración…
Espíritu Santo, GRACIAS.
Espíritu Santo, GRACIAS, por María.
Espíritu Santo, GRACIAS, su HÁGASE.
por encarnar al Hijo de Dios
Espíritu Santo, GRACIAS, por Calasanz.
Espíritu Santo, GRACIAS, por ser Pobre de la Madre de Dios.
Espíritu Santo, GRACIAS, por tus pequeños.
Espíritu Santo, GRACIAS, por tu amor por mi.
Espíritu Santo, GRACIAS, porque esperas mi Hágase.
Espíritu Santo, enséñame a encarnar tu amor.
Espíritu Santo, dame lecciones de amor como a María, como a Calasanz…
CANTO
Dame lecciones de amor,
Señor, que las necesito (bis).
Dame lecciones de amor,
Dame lecciones de amor,
Señor que las necesito.